Ni el partido 200 ni la despedida de Martín pudieron corregir el andar irregular al que nos tiene acostumbrado los encuentros del parque. Insultos, protestas, patadas y discusiones al por mayor. Y el blanco elegido en esta ocasión fue Dracula, quien irritó a mas de uno con su particular juego y algunos fallos a la hora de definir.El retiro de Martín, por su parte, no fue demasiado feliz. Su equipo se confió mas de la cuenta y cayó con justicia aunque con un marcador apretado.

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